Altos oficiales de la Unión Europea (UE) consideran medidas contra Zimbabwe luego de los comicios de este jueves, a los que consideraron de antemano una farsa precedida por una pseudo campaña electoral.
Las condiciones que rodean las elecciones en Zimbabwe son preocupantes, pues el presidente Robert Mugabe no tolera observadores de Europa y Estados Unidos en esta farsa electoral, dijo el martes ante el Parlamento Europeo el vicecanciller de Luxemburgo, Nicholas Schmit.
Estamos preocupados y conmocionados, no sólo por esta pseudo campaña electoral sino por lo que ha venido sucediendo en Zimbabwe durante años, advirtió Schmit, cuyo país se encuentra este semestre a cargo de la presidencia rotativa de la UE.
Schmit consideró que los procedimientos electorales no han cumplido hasta ahora los principios en la materia acordados el año pasado por los 13 gobernantes de África austral, entre ellos Mugabe.
Los principales competidores son el partido del Mugabe, Unión Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Popular (ZANU-PF), y el opositor Movimiento por el Cambio Democrático (MDC).
Los comicios, en que unos 5,8 millones de ciudadanos elegirán a 120 de los 150 miembros del parlamento, serán vigilados muy de cerca por los observadores, que tendrán como regla de oro las normas electorales consagradas el año pasado por los gobiernos de la región.
Schmit prometió que las elecciones en Zimbabwe serán objeto de análisis en la próxima reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la UE. Se trata de la reunión informal que se realizará el 14 y el 16 de abril en Luxemburgo.
Me comprometo a ubicar el asunto de Zimbabwe en la agenda de la próxima reunión de ministros, dijo el vicecanciller luxemburgués.
Zimbabwe se rehusó a admitir observadores de países de la UE en las elecciones presidenciales de 2002, celebradas en medio de denuncias de violencia, intimidación y fraude.
El bloque europeo y Estados Unidos impusieron entonces un embargo de viajes a Mugabe y a sus más cercanos colaboradores, que aún está vigente. La Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth), que reúne a 53 ex colonias de Gran Bretaña, también suspendió a Zimbabwe.
Rusia es el único país europeo entre los 31 invitados a observar las elecciones legislativas de este jueves.
Además de actuar en un contexto de violencia por parte de simpatizantes del gobierno, la oposición de Zimbabwe debe circunscribir sus actividades al marco de la Ley de Orden Público y Seguridad, que ordena la autorización oficial de todos los actos políticos.
Invocando la igualmente infame Ley de Acceso a la Información y Protección de la Privacidad, las autoridades han clausurado medios de comunicación privados en los meses anteriores a los comicios, entre ellos el único diario de propiedad privada, The Daily News.
Mientras, los medios estatales muestran al opositor MDC de forma negativa.
Entre los criterios de limpieza y justicia electoral acordados por la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC) figura la libertad de acción para la oposición y la creación de instituciones electorales imparciales.
En 2000, el entonces flamante MDC se convirtió en el primer grupo opositor en desafiar a ZANU-PF y a Mugabe, el presidente de 82 años que domina la escena política desde que Zimbabwe se independizó de Gran Bretaña en 1980.
El partido opositor conquistó entonces 57 escaños en el parlamento, casi la mitad de los de elección popular (30 son designados por el presidente, según la Constitución). Pero desde entonces ha perdido seis lugares en la legislatura.
Además de las controversias por las elecciones parlamentarias de 2000 y las presidenciales de 2002, Zimbabwe ha sido escenario en los últimos cinco años de un controvertido programa de reforma agraria por el cual veteranos de la guerra por la independencia y militantes oficialistas ocuparon haciendas de productores blancos.
Las requisas precipitaron una crisis económica reflejada en una inflación de 127 por ciento, una de las más altas del mundo, y en la caída de 30 por ciento en el producto interno bruto. Más de 400 empresas cerraron desde 2000. Uno de cada cuatro trabajadores está desempleado.
Nueve millones de personas (75 por ciento de la población) viven debajo de la línea de pobreza, y unos 100 niños y niñas nacen cada día con el virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida.
También la legisladora socialista británica Glenys Kinnock expresó su preocupación ante las elecciones zimbabwenses.
El oficialismo que rige un clima más calmo en comparación con el que rodeó las elecciones anteriores. ¿Realmente esperan aplausos por reducir el asesinato de opositores y el acoso de la oposición legítima?, se preguntó Kinnock.
La europarlamentaria también lamentó lo pocos cambios que, según ella, se han registrado desde las elecciones presidenciales de 2002, y apuntó contra las medidas del gobierno para manipular a los votantes de la oposición.
Estas elecciones tienen tan poca legitimidad como las dos anteriores. Los mismos soldados de ZANU-PF que golpeaban y mataban a posibles votantes opositores hoy custodian los circuitos de votación, aseguró.
Funcionarios del gobierno le dicen abiertamente a los ciudadanos que si votan por el MDC eso se sabrá, porque las nuevas urnas son transparentes. Habrá apenas 300 observadores para 8.000 circuitos, y las autoridades les dieron permiso a los que saben que no serán críticos, según Kinnock.
La prensa independiente continúa clausurada, y la ayuda alimentaria es utilizada como arma política, alertó.
El líder del MDC, Morgan Tsvangirai, ha acusado a Mugabe de violaciones de derechos humanos y de resquebrajar la economía.
Las organizaciones de derechos humanitarios Amnistía Internacional y Human Rights Watch afirmaron que simpatizantes y candidatos del MDC son hostigados, especialmente en áreas rurales, donde se les niega asistencia alimentaria.